Red Francesa de Salud Mental: Los conceptos psicológicos no pueden explicar la realidad en Gaza

❞Emmanuel Kosadinos, miembro de la red francófona de salud mental en Palestina, anunció que el trauma que experimentan los palestinos está determinado por la violencia continua que enfrentan, y señaló que conceptos como el trastorno de estrés postraumático no pueden explicar esta realidad, “porque no existe un trauma ‘post’ en el que no haya un momento de alivio o retorno a un entorno normal; es un trauma continuo”.

El autor explicó en su blog en Mediapart que la humillación constante es la base de esta experiencia, que es una forma de trauma que rara vez se reconoce en el discurso clínico general. Dijo que esta humillación, junto con otros actos de violencia, ataca la identidad colectiva de los palestinos y afecta profundamente no solo a los individuos sino también al tejido mismo de su comunidad.

En el artículo traducido por Al Jazeera Net, en referencia a la declaración de la psicóloga palestina Samah Jabr en una conferencia celebrada en Estambul, el autor señala que la psiquiatría dominante es a menudo cómplice de la deshumanización. Destaca que la psiquiatría colonial ha servido históricamente como herramienta de control, como se vio en Argelia, donde se utilizaron teorías científicas falsas para despojar a las poblaciones indígenas de su humanidad.

“Hoy en día se utilizan tácticas similares en Palestina, donde a los combatientes de la resistencia se los suele describir como mentalmente inestables. Por lo tanto, los profesionales de la salud mental deben rechazar estas prácticas, centrarse en el reconocimiento y el empoderamiento y abstenerse de patologizar el trauma o ejercer control sobre las víctimas”, afirmó.

Contrarrestar las narrativas dominantes

El autor advierte que la resiliencia en el contexto palestino va más allá de la mera supervivencia; el concepto de resiliencia encarna una respuesta activa y con visión de futuro. Esto incluye una variedad de acciones individuales y colectivas, desde iniciativas creativas hasta la organización comunitaria. Documentar historias de sufrimiento y resistencia desempeña un papel crucial para contrarrestar las narrativas dominantes y, por lo tanto, los palestinos deben revelar sus verdades ocultas y amplificarlas para desafiar la indiferencia y la negación globales.

El autor señala que este conflicto tiene implicaciones más amplias: la normalización de la violencia contra el pueblo palestino y la erosión del derecho internacional reflejan una decadencia moral global. Por lo tanto, los ecos de estas injusticias resuenan más allá de Gaza y ponen de relieve similitudes con otros contextos coloniales en los que se ha negado la humanidad y se ha patologizado la resistencia.

Borrar la historia y la identidad

El autor señala que los actos de genocidio suelen estar precedidos por una retórica que retrata a las mujeres palestinas como una “amenaza demográfica”, y acciones como construir estacionamientos sobre fosas comunes revelan un esfuerzo continuo por borrar la historia y la identidad palestinas.

En este contexto, la salud mental se convierte en un campo de lucha y una forma de resistencia. Tras el colapso del sistema de salud mental en las dos primeras semanas de escalada de violencia, que dejó a decenas de miles de personas en Gaza sin atención médica, los palestinos siguen recurriendo a prácticas arraigadas en su cultura, como la recitación de versos coránicos para fortalecer su perseverancia, y a iniciativas colectivas que priorizan la curación en función de los recursos comunitarios disponibles.

El autor añade que los palestinos que viven en el extranjero también sufren traumas, experimentan la culpa del superviviente, la impotencia y la desconexión de su patria. Para apoyar a estas personas es necesario reconocer sus luchas y ayudarlas a transformar su ira y desesperación en acciones significativas.

El autor concluye que la intervención de Samah Jabr ofrece un profundo análisis del trauma, la resiliencia y la resistencia del pueblo palestino, y pide que se rechacen las narrativas inhumanas y se adopten enfoques de sanación colectiva que tengan en cuenta la cultura. Señala que esto no es sólo una necesidad moral, sino un imperativo global, ya que la erosión de la humanidad en Palestina resuena más allá de sus fronteras.